Despertad vuestras raices... escarbad en la tierra y notad la arena entre vuestras uñas.
Gritad y amad a la luna con los ojos entornados. Desgarrad vuestra garganta al claro nocturno y que vuestra piél se dore entorno a la hoguera.
Despojémonos de ataduras aprendidas y corramos como las nubes por las lomas de la montaña, y si sentimos el dolor del cansancio, abrazémonos a él. Él, es el mismo que nos dolió ya una vez, muy lejos de aquí y a muchas vidas de presenciarlo.
Agudizemos todos el oído y escuchemos mas allá de lo audible, llevémonos por la música trival de nuestro palpitar. Por el retumbar murmurante que un dia fué animal.