La ida y la vuelta en mi calle
El sello del asfalto,
Dió a cada cual su lugar,
E hizo del aire recien nacido,
Terreno de las miradas.
La voz callada es el eco íntimo,
De sus rumores de siempre.
Ninguna vida vale más que otra.
Después, como cada noche,
La cotidianeidad juega a saludar,
Las sombras de mi calle,
De sobras aprendidas,
En el camino,
La unión de las valdosas,
Trenza una red sutil,
De pescaditos salidos del metro,
Atrapados en sus pensamientos,
Y los mensajes del móvil.